sábado, 1 de junio de 2013

Un poco de historia

El recuerdo más antiguo de un sueño lúcido corresponde al relatado por San Agustín de Hipona en una carta escrita en el 415 d.c. En ella se cuenta como un ángel le despertó del sueño para demostrarle que la percepción no dependía del cuerpo sino del espíritu o de la conciencia.Le demostró que podía experimentar la realidad que le mostraba mientras su cuerpo yacía dormido con los ojos cerrados en su cama.

En el siglo octavo,los monjes tibetanos practicaban una forma de yoga basada en mantener la conciencia durante las diversas fases del sueño. A esta práctica la llamaban El yoga del sueño.
En Occidente, el marques Hervey de Saint-Denys fue la primera persona que especuló con la posibilidad de que los sueños lúcidos fueran una habilidad capaz de ser aprendida por cualquier persona. En 1867 publicó su libro, " Los sueños y como dirigirlos" donde documentó sus propias experiencias.

Pero ya los egipcios creían que los dioses nos hablan en sueños.Practicaban  la preparación del sueño para guiar y curar en templos y lugares sagrados. Desarrollaron  de forma avanzada el viaje consciente en el sueño o sueño lúcido. Los soñadores más experimentados ejercían de espías, videntes, interviniendo en asuntos de estado.

Practicaban la transfiguración, cruzando el tiempo y el espacio transformados en los cuerpos onírico  de pájaros y otros animales.
Por medio del sueño lucido, los " voladores habituales " del antiguo Egipto exploraban los caminos de la otra vida y del universo multidimensional. Se comprendió que una autentica iniciación y transformación tiene lugar en una realidad más profunda accesible a través del viaje del sueño, más allá del cuerpo.

Un rey justo debe poder viajar entre los mundos. En la fiesta del "heb sed", celebrada en el trigésimo año del faraón, se exigía al rey viajar más allá del cuerpo, y más allá de la muerte, para probar su valía para continuar en el trono. Guiado por Anubis, el faraón descendía al inframundo. Se le conducía a la muerte, "tocaba los cuatro lados de la tierra," se transformaba en Osiris, y regresaba vestido con prendas nuevas- la túnica y el cuerpo espiritual de la transformación.
Los guías del sueño del antiguo Egipto sabían que el viaje del sueño lleva al viajero a las estrellas- específicamente a Sothis o Sirio, la "tierra húmeda", que los iniciados egipcios creían que era la fuente de una conciencia más elevada, el destino de almas evolucionadas tras la muerte, y el hogar de seres superiores que se interesaban muy de cerca por los asuntos de la Tierra.

Los Sabios de la Biblioteca Mágica.

Cuando buscamos fuentes antiguas sobre todo esto, se nos reta a descifrar textos fragmentarios, algunos cotejados a lo largo de muchos siglos por escribas piadosos que mezclaron material de tradiciones diferentes y panteones rivales. Wallis Budge se lamentaba (en Osiris) de que "el egipcio parece no abandonar nunca cualquier creencia hubiese tenido alguna vez." Observamos con admiración los libros de ilustraciones egipcios que exponen los viajes del alma y las ordalías después de la muerte- y los muy diferentes aspectos de la energía del alma que sobrevive a la muerte- y rápidamente nos damos cuenta de que para comprender la fuente de tales visiones, y la precisión de tales mapas, debemos acudir a un espacio más profundo.

Debemos ir a la Biblioteca Mágica.

En los tiempos Helenos -la era de Cleopatra- escuelas del sueño florecían en los templos de Serapis, un dios que fundía las cualidades de Osiris y Apis, el toro sagrado. Tenemos papiros del siglo segundo a.C. que registran los diarios de sueños de Ptolemeo, que vivió durante muchos años en "katoche", o santo retiro, en el templo de Serapis en Memphis. Desgraciadamente estos registros no están todavía no disponibles en traducción inglesa, aunque una breve biografía del soñador ha sido publicada por el erudito francés Michel Chauveau (en su libro: Egipto en la Edad de Cleopatra). Ptolemeo era hijo de colonos macedonios, pero al igual que los antiguos egipcios fue llamado al templo en un sueño en el cual el dios se apareció ante él. Parece haber vivido durante años como un soñador a jornada completa, cuyos sueños le guiaron no sólo en su práctica espiritual sino en la toma de decisiones familiares y asuntos de negocios más allá de los muros del templo.
Durante este último período, a los sacerdotes egipcios especializados en soñar se les llamaba los Sabios de la Biblioteca Mágica. ¡Qué maravillosa promesa la de esa frase! ¡Qué profundo conocimiento de la magia y de la sabiduría que hay disponible para nosotros a través de los sueños!

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